HUERTERILLO

domingo, 13 de noviembre de 2016

LA ARDILLA LEONOR

   Desde hace varios años, nuestro colegio recibe alumnos y alumnas de la Facultad de Pedagogía para trabajar juntos el respeto y cuidado del MEDIO AMBIENTE.

   Esta vez  nos trajeron como motivación, la historia de una ardilla muy simpática llamada Leonor, que tuvo una gran idea para colaborar con el medio ambiente.



“Dicen que hace muchos, muchos años, una ardilla podía cruzar la Península Ibérica, de Norte a Sur, saltando de árbol en árbol sin tocar el suelo”.

  Cuando Leonor; la ardilla más intrépida del Bosque del Norte escuchó decir estas palabras a Rigoberto, el maestro búho, se quedó pensativa.
   Rigoberto les explicó a todos los animales que antiguamente había muchos más árboles que ahora. Pero, en las últimas décadas, los seres humanos habían talado los bosques para enriquecerse y construir grandes ciudades que contaminan el entorno sin preocuparse demasiado por las consecuencias que eso originaba.
En ese instante, Leonor decidió que ella cruzaría la península saltando de árbol en árbol. Quería ver otros bosques, otros animales y bañarse en las cálidas aguas del mar del Sur.
Sabía que era una misión imposible, puesto que muchas zonas no tenían árboles.
   Entonces se acordó de la misteriosa encina centenaria del bosque y se encaminó hacia ella para pedirle consejo.
– ¡Yo no puedo ayudarte!- le respondió tristemente la encina cuando le contó sus propósitos- mi magia no puede actuar contra las fuerzas del ser humano. Los hombres tienen buen corazón, pero sus intereses están por encima de la protección de la naturaleza. Solo ellos pueden arreglar la situación que han provocado.
– ¡Vaya, que pena! – contestó Leonor alejándose alicaída.
-¡Espera!- le dijo la encina moviendo sus viejas y pesadas ramas- hay una pequeña posibilidad de que te ayuden. Busca apoyo en los niños; son nobles y generosos. Si consigues llamar su atención, los tendrás de tu lado.
– ¿Y cómo me van a ayudar ellos?- le preguntó Leonor intrigada.
Has de convencerlos para que reciclen todo lo que desechan; el cartón y papel al contenedor azul, el plástico y envases al contenedor amarillo y el vidrio al verde. Además también pueden reciclar el aceite usado, las pilas, los medicamentos e incluso la basura orgánica. Ellos ya saben cómo hacerlo.
   Por cada contenedor que llenen de residuos yo haré que crezca un árbol en tu camino para que puedas llegar al Sur sin tocar el suelo.
   A Leonor le cambió la cara de repente, ¡tenía una oportunidad, y no la desaprovecharía!
  Después de agradecerle a la encina su ayuda se dirigió velozmente a su casa.
  Escribió una carta a cada colegio de la península pidiendo a los niños que reciclaran todos los residuos con la colaboración de sus familias y, de ese modo, la ayudarían a realizar un viaje muy especial.
  Esa semana, todos los colegios recibieron una misteriosa carta firmada por una ardilla.
  Los maestros, sorprendidos, al principio no sabían qué hacer. Suponían que se trataba de una broma. Pero, como el mensaje que transmitía les parecía muy interesante, decidieron leérsela a los niños.
  Los niños, en cambio, se tomaron muy en serio el contenido de la carta, no dudaron ni un momento de que las ardillas hablaran y escribieran cartas.

  En pocos días, empezaron a llenarse los contenedores verdes, azules y amarillos en todas las ciudades. Los ayuntamientos tuvieron que doblar y triplicar los servicios de recogida de residuos y se abrieron nuevas plantas de reciclaje.
  Una mañana Leonor, al asomarse desde el hueco de su tronco, divisó en el horizonte una hilera de árboles de todo tipo; abedules, nogales, manzanos, cerezos e incluso algún olivo.
La vieja encina había sido muy considerada con ella, ¡podría comer los frutos que le ofrecían los árboles sin preocuparse de buscar otro alimento!
  Muy emocionada, cogió su mochila y emprendió su viaje.
Cada día que pasaba, Leonor estaba más feliz conociendo todos los lugares de la península: montañas, valles, ríos, llanuras…
Pronto los medios de comunicación se hicieron eco de su hazaña.    Las gentes salían a recibirla en los pueblos y ciudades. Los niños la esperaban con grandes pancartas de apoyo.
  En pocas semanas, la ardilla Leonor llegó a las playas del Sur.   Dejó su mochila en el suelo y se dio un refrescante baño.
¡Por fin lo había conseguido!
  La prensa la recibió como si de una estrella de Hollywood se tratara.
-¿Por qué se ha lanzado usted a realizar este viaje?- le preguntó un periodista.
-¡Porque perseguía un sueño! -respondió Leonor emocionada.- Pero no lo he conseguido sola, me han ayudado todos los niños del país reciclando. Ellos son el futuro.
-¿Y cómo les vas a recompensar?- quiso saber el periodista.
– Pues les voy a escribir una carta de agradecimiento, una para cada colegio – respondió Leonor solemne- ¡pero esta vez les enviaré un e-mail para no gastar papel!
  Y así termina la historia de la ardilla Leonor, que con su valentía y con la ayuda de los niños demostró a todo el mundo lo importante que es cuidar de nuestro maravilloso planeta.


   Pues bien, después de conocer este cuento, nos convertimos todos en ardillas dispuestas a cruzar España, la Península Ibérica (Ivérdica) saltando de árbol en árbol.



GRANDES

Y PEQUEÑOS

¡A SALTARRRR!







   Y después de saltar,  coloreamos a Leonor.






   
   Ya estamos preparados para hacer caso a la carta de nuestra amiga Leonor. En la próxima sesión reciclaremos y firmaremos un compromiso con nuestro planeta.

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